Lo mejor de este blog...

lunes, 18 de mayo de 2009

La primera victoria

He decidido dejar de consumir. Tal cual. Sin conservantes ni colorantes. Decisión firme, por primera vez en mi vida. Con ayuda médica y con todas las consecuencias. Si te interesa saber el cómo y por qué, sigue leyendo.

Es muy difícil darse cuenta de que eres un adicto. Al menos en mi caso. Ha sido muchos años de pensar que era algo que podía controlar, que de hecho controlaba. Muchos años de ver a los demás estrellarse contra un muro, buscar la excusa más peregrina y dejar de intentarlo mientras yo, haciendo gala de una desmesurada soberbia, pensaba que lo hacían mal, que eran débiles y que yo, por supuesto, podría hacerlo mejor.

Pues no. En esto no hay mejor y peor. Hay hacerlo o no hacerlo. Y en mi caso, hasta la fecha no lo había hecho. Sí, es cierto que durante años no he consumido más que en el trabajo, que incluso presumía de ello. Al fin y al cabo –me trataba de convencer a mí mismo-, si soy capaz de no consumir desde que salgo de la oficina hasta la mañana siguiente, es que lo controlo. Si soy capaz de no consumir desde el Viernes a mediodía hasta el Lunes por la mañana, es que lo controlo de verdad.

Hasta que te das cuenta de que sí, eres capaz de no hacerlo en periodos cortos de tiempo; sí, eres capaz de aguantar la tentación… pero ¿a qué coste?

Cada uno tenemos un coste personalizado e intransferible; en mi caso empieza cada tarde, cuando intento por todos los medios camuflar el olor a tabaco en mi aliento. Toneladas de chicles de todos los sabores han pasado por mi boca en el último año. Me autoengaño pensando que seré capaz de engañar a mi familia, si darme cuenta de que el verbo correcto es traicionar; sí, traiciono a mi familia porque hago lo contrario de lo que digo y en mi fuero interno convierto el engaño en algo justificable.

A continuación mi coste se convierte en los súbitos cambios de humor, especialmente en situaciones de tensión; no soy capaz de mantener la calma ante una situación que yo interpreto como de agresión. Mi cabeza se congestiona y empieza a palpitar. Noto cómo mi temperatura interna empieza a subir, poniéndome más y más nervioso, con un sudor frío que hace que además me sienta enfermo. Debo hacer un esfuerzo tremendo para conseguir que las manos no me tiemblen. Mi estado de ánimo se encrespa, malinterpreto cualquier comentario, no encajo ninguna crítica y las tomo como ataques directos. Chillo. Siempre quiero tener la razón cuando, de momento, lo que estoy haciendo es mentir.

Para colmo, mi inquilino, el maldito, lejos de ayudar me ataca liberando las sensaciones que disfrutaré en el momento de ceder y tomar mi dosis… Convierto la convivencia conmigo y mi adicción en algo de lo que huir.

Tengo claro que todos morimos tarde o temprano; incluso creo que de alguna manera todo está escrito. Pero no quiero ponérselo fácil al escritor. Hoy tengo cita con el médico. No puedo seguir engañándome y traicionando a los demás.

De momento hoy es el primer día laboral que no consumo, aún no he ido a comer y llevo cuatro litros de agua y más viajes al baño de los que hacía antes a fumar…

Por cierto, en mi caso, consumía tabaco. Pero creo que todo lo dicho antes sirve para casi cualquier droga, y para casi cualquier adicto. Espero, poco a poco, poder contaros que se puede salir. ¿La primera victoria? Reconocer que tengo un problema y que se lo causo a los demás.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena campeón!
    Lo más importante es no vivir traicionando al inquilino, no es vida.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Gracias JC, es duro pero merece la pena. Por cierto, tenemos una pizza pendiente!!!

    ResponderEliminar