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martes, 22 de mayo de 2012

la fotógrafa romántica


Sí, sin lugar a dudas pude haber sacado su cara. Sin embargo, me habría privado de ver lo que ella estaba viendo, y de imaginar lo que ella podía sentir en ese momento. Un minuto antes pude ver su cara, los ojos cerrados, disfrutando de esa ligera brisa que emborronaba el reflejo a sus pies. Pude ver cómo abría los ojos, media sonrisa en sus labios, y cómo elevaba la cámara hacia su rostro una vez sintió llegar la inspiración, con una expresión de puro romanticismo. La decisión, pues, estaba tomada; un par de pasos rápidos hacia atrás, arrodillarme, encuadrar y disparar; su cabeza giró suavemente al oir el obturador tan cerca y volvió a sonreir al comprender que ella había sido la protagonista de dos fotos simultáneas: la suya, producto de su inspiración y la mía, provocada también por ese momento mágico. En otro momento, en otras circunstancias, ello podría haber sido el comienzo de una bonita charla acerca de la fotografía en general y de su viaje en particular. Sin embargo no era el momento, y un ligero alzar de cejas con una sonrisa de complicidad constituyeron toda nuestra conversación.

Hay tiempos en que viajo con la cámara a cuestas durante semanas y no veo ninguna foto a mi alrededor, la búsqueda obsesiva de la captura exacerba mis nervios y a veces disparo de forma compulsiva, esperando que la casualidad obre su magia. Casi nunca lo hace, como es de esperar. "La táctica del cazador" nunca ha sido una fiel aliada para mí, y sus resultados son desmoralizantes en la mayoría de los casos; en realidad, creo que sólo una vez obtuve un resultado digno de guardar su espacio en mi memoria.

En ocasiones llevo la cámara porque busco una imagen concreta que he fabricado en mi mente; puede ser un paisaje, una flor, una estampa cotidiana que construyo o busco con "La táctica del Pescador". Intento aplicar todo lo aprendido en esa marabunta de libros de fotografía que inunda mi despacho. Sin embargo es una aplicación consciente, es como hacer un examen de algo que has estudiado; simplemente, una réplica robótica de lo vivido y explicado por otro. Estas fotos son, digámoslo así, las que me "dan de comer" fotográficamente hablando, las que me permiten tener un fondo de archivo en el que bucear cuando la creatividad y la inspiración se van de vacaciones. Alguna de ellas ocupa un lugar en mi colección, sea porque técnicamente es buena (triste consuelo), sea porque en medio de la aplicación robótica del conocimiento prende momentáneamente la chispa de la inspiración o de la suerte.

Otras veces la cámara va conmigo, simplemente como compañera de viaje. Mi mente está relajada y me permito disfrutar de mi entorno, respirar la vida que me rodea; en esos momentos, mágicamente, la imagen viene a mí, se me ofrece para que mi impericia haga el resto. Ese momento mágico... qué pocas veces llega, y sin embargo qué recuerdo deja en mi interior. Cada vez que contemplo una de esas imágenes vuelvo a vivir la sensación física del instante, cuando todo confluye: la visión de a imagen, el reconocimiento de la belleza implícita, la comunión con los frios mandos mecánicos o digitales que me permitirá inmortalizar esa sensación.

Porque no te engañes, amigo mío; una Fotografía no es simplemente una visualización de una escena, a pesar de que muchos se empeñen en pontificar lo contrario. Una Fotografía es, precisamente, la posibilidad de revivir una sensación; es puramente físico. En unos casos esa sensación se transmite a cualquiera que la contemple, mientras que en otros casos lo más factible es que únicamente el fotógrafo sea capaz de sentir la esencia de ese momento particular y -por qué no decirlo- intimo y privado.

En este caso, me permito compartir contigo uno de esos momentos íntimos, con la esperanza de que la explicación te permita intuir una parte de lo que sentí en ese instante.

martes, 8 de mayo de 2012

tras las rejas

Un post muy corto, ya que se trata de dejar paso a vuestra imaginación; yo no hago más que pensar que el origen de la crisis que nos azota está precisamente en unos cuantos puestos, públicos y privados, que siguen disfrutando de poltronas y prebendas, los mismos que pontifican para que seamos los de siempre los que paguemos los platos rotos y que una vez finalizados sus servicios, vuelven y volverán a sus casas con la riñonada bien cubierta por planes de pensiones maravillosos en unos casos (directivos de banca y grandes empresas), por puestos de relumbrón en ciertos Consejos de administración en otros ( en eléctricas, grupos editoriales, etc), y por puestos en organismos públicos creados al efecto (Consejo de Estado, empresas públicas, fundaciones varias).

Mi propuesta a vuestra imaginación es simple. Os pido que penséis es todos esos elementos a los que, de todo corazón, les deseariais que disfrutaran durante una larga temporada de este fantástico paisaje (pensión completa con dieta de pan y agua incluida, por supuesto).