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miércoles, 28 de marzo de 2012

La verdad es que empiezo a escribir sin tener muy claro de qué, ni por qué.

Mal comienzo, lo se, pero es que hace mucho tiempo que el inquilino este no deja de molestar con pensamientos de esos que no terminan de concretarse en palabras, pero que te generan una sensación extraña en el cuerpo y en el ánimo. Quieres saber, pero no sabes qué. Quieres expresar cómo te sientes, pero ni tú mismo lo sabes. Y sin embargo, ahí está, agazapado en algún lugar de tu interior, escondido tras esos árboles que al principio parecen negros por el contraluz pero que, al fijarte, te descubren un mundo de texturas, un mapa de carreteras entre las montañas de su corteza. Amenaza con cegarte una vez lo alcances, de hecho cada vez que osas apartar la mirada del parapeto de los árboles te deslumbra con el resplandor de la revelación, demostrándote que la verdad generalmente duele y mortifica el sentido con el que la descubres.

¿La ves? Te cegará
¿La oyes? Te ensordecerá
¿La hueles? Nunca podrás quitarte su olor de la cabeza
¿La saboreas? El vómito acudirá cada vez que lo recuerdes
¿La tocas? Descubrirás que es áspera como la lija,  hiriente como las espinas.

Y es que muy pocos de nosotros están preparados para que les sea revelado lo que la verdad esconde.

Yo, desde luego, no lo estoy; prefiero seguir vagando entre los árboles, inventando nuevos senderos que me acerquen a distancia segura y que me permitan ver, de vez en cuando, un pequeño fragmento de la verdad en la cara oculta de los árboles.

Porque se hace muy duro darte cuenta de que no va a cambiar nada, que no van a hacer ninguno de los sacrificios que, tomados por su parte, relajarían y mucho los sacrificios exigidos a aquellos que les elijen, les financian y les otorgan el dorado retiro. Seguiremos siendo los de siempre los que tendremos que ser solidarios una vez más, sacrificados una vez más, maltratados una vez más. Pagaremos más impuestos, porque nos los subirán una y mil veces, tantas como sea necesario para no tener que reformar la estructura del Estado, para no reducir a menos de la mitad los más de 8.000 ayuntamientos que pueblan nuestra geografía, a pesar de que con ello ahorraríamos un 30% del presupuesto de nuestros municipios, y un 100% del presupuesto de las Diputaciones Provinciales que ahora resulta son más necesarias que el aire que respiramos. A cambio de esos impuestos de más que pagaremos recibiremos menos y peor servicio en Educación y Sanidad, porque tampoco serán capaces de cambiar una estructura que tiene "de facto" 17 ministerios de sanidad y otros 17 ministerios de educación para dejarlo en uno de cada, que no hace falta más; tampoco se centrarán en mejorar la eficiencia de dichos servicios públicos, colocando gestores capaces, competentes y honrados al frente de cada uno, con el mandamiento primero de frenar el derroche y el robo, y el segundo de frenar de una santa vez ese convencimiento de que en la gestión de lo público vale cualquier cosa, desde renovar el despacho, gastarnos un dineral en cuadros, retratos y fotos varios, renovar la flota de coches oficiales y mantener oficinas monstruosas en palacios principescos caros de mantener e imposibles de calentar a un precio razonable. Malditos "gastos de representación", que se nos presentan y re-presentan una y otra vez en forma de más impuestos...

Eso es lo que la verdad esconde, visitantes del inquilino. La parte oculta de los árboles es la que está llena de orines y excrementos.

1 comentario:

  1. Pues...

    Estoy en desacuerdo contigo parcialmente y de acuerdo también parcialmente.

    No me parece justo que, mañana, precisamente mañana, hayan transcurrido 100 días y ya se quieran ver resultados fehacientes de una gestión. Destruir es sumamente fácil y rápido. ¿Recuerdas la caída de las Torres Gemelas? Sólo se necesitaron unos pocos minutos y unos asesinos. Construir es mucho más penoso y lento. Hay que poner, una vez más, ladrillo a ladrillo.

    Por otra parte, totalmente de acuerdo con otras de tus "incontinencias", (según tus propias manifestaciones en la entrevista). Autonomías, (ese gran cáncer para España, ya sea en lo político, en lo económico o en lo social), Ayuntamientos, Diputaciones, Sindicatos.... El problema es que, a estas alturas, ¿quién le pone el cascabel al gato sin el riesgo de otro enfrentamiento cruento?

    Hay muchos motivos hoy para la desesperanza, para adentrarse en ese bosque que nos muestras en busca de una verdad que, a lo peor, no existe.

    Sin embargo, también los hay para la esperanza. Yo sigo confiando en este pueblo que, una vez, fue indómito y seamos capaces de salir adelante.

    Que Dios me oiga.

    He leído la entrevista.

    Muy bien, muy bien.

    Un fuerte abrazo.

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