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martes, 20 de diciembre de 2011

la intimidad de una ventana

¿Qué fue lo que la dirigió a aquel bar en concreto? ¿Qué fue lo que la impulsó a pedir una cerveza a esas horas de la mañana?

¿Quién era el responsable de esa expresión melancólica, perdida en los restos de espuma de su vaso? ¿Qué pensamientos daban vueltas y mas vueltas en su mente, reflejando su movimiento en los círculos pausados, lentos, sistematicos, que imprimía al vaso?

Era una fria mañana de Domingo y a su alrededor el bullicio navideño del Centro de Madrid parecía no hacer mella en su ensimismamiento. Mientras unos pedían café caliente y bollos, mientras otros circulaban por las calles adornados con festivas pelucas multicolor, ella permanecía allí, reposando sobre su codo y dialogando en silencio con su cerveza, quizá repasando esa última conversación que todavía no podía creer, no quería aceptar.

Desde la calle su melancolía quedaba enmarcada por esa ventana que daba a un exterior al que ella permanecía ajena, fundiendo su tristeza con el decorado del bar y el reflejo de los edificios cercanos. Desde la calle, deseando en silencio y entre temblores un caldito caliente y una conversación agradable entre cristales, el observador retrató todas aquellas preguntas en una sóla imagen mientras recordaba aquellos lejanos momentos en que él también había buscado la serena intimidad que, a veces, sólo una ventana puede brindar. El click del obturador le devolvió al presente, comprobó la imagen en la pantalla de su cámara y, satisfecho, continuó su paseo mientras imaginaba historias que pudieran encajar con su captura.

1 comentario:

  1. ¿Que triste no?....
    Me quedo esperando la 2ªentrega de la historia, donde viene a buscarla su novio, que llega tarde (motivo de su tristeza) y los dos se van cogidos de la mano a pasear su amor entre el bullicio de la gente.
    ¡¡Que es Navidad!! Y no nos podemos quedar tristes.
    A pesar de todo me gustan tus historias... ;))

    ¡Feliz Navidad Manolo!

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